La actitud errante y desapegada de Carlos Oroza no es proclive a la construcción de una biografía al uso. Su  vida está llena de paréntesis vacíos, fechas desdibujadas, y son numerosos los hechos de complicado contraste. Sabemos, claro está, que nació en Viveiro el 13 de mayo de 1923, y que muy joven - doce años, catorce años, según fuentes- se marchó a Madrid. Y ahí empiezan las neblinas.

Vivió en Madrid entre la década de los 40 y 70. Pocas certezas tenemos de su acontecer en sus primeros años de estancia madrileña.

En los años 60 se convierte en un destacado poeta reconocido por su personalísimo modo de recitar y vitalmente se instala en una trilogía de la austeridad que le acompañara siempre: el café, el tabaco y la maleta. En esta década establece los cimientos de su obra, que se caracteriza por una oralidad primaria, radical, que huye de cualquier veleidad con el texto escrito. Con estación de retorno en casas de amigos y pensiones paupérrimas, viaja recitando dentro y fuera de España y se convierte en una referencia en el mundo de la contracultura, hecho al parecer trivial para el poeta pero que pautará su vida numerosos años.

Al respecto decía: «Yo no sé qué tendré que ver con los poetas de la generación beat [...] dejo que otros teoricen sobre mí"».  Odio las etiquetas" [...] pero estoy de acuerdo con su actitud poética": sinceridad, universalismo, canto a la libertad, defensa de la poesía oral y de comunicación directa con el auditorio"  decía en una entrevista a un diario madrileño el 15 de Julio 1967.

Aunque siempre firme en su defensa de la poesía oral y no mediatizada por la escritura, Oroza aceptaba con agrado otras formas de mediatización. Le gustaba grabar sus recitales, y su poesía tuvo como soporte numerosos casetes, que contribuían además a sufragar su austera vida en su etapa de bohemia madrileña. También era especialmente receptivo a las colaboraciones con artistas plásticos o músicos.

En 1965 Carlos Oroza participa en un vinilo editado por  interpretando el poema "Malú " con música de Pedro Ruy Blas y el grupo Eclipse, todo un referente de la música progresiva sesentera.

Pocos años más tarde, en 1969, es invitado por Manuel Summers al rodaje de una película supuestamente beat en Ibiza, "¿Por qué te engaña tu marido?". En el cameo, Oroza se interpreta a si mismo como agitador en un mitin y recita unas estrofas de uno de sus poetas preferidos, Walt Whitman. La estancia se prolonga y el poeta acaba quedándose en la casa que tenía en la isla el pintor Eduardo Úrculo.

Ibiza resulta prolífica: "En Ibiza mi poesía se transforma, el verso se hace ancho. Allí encontré el ritmo que buscaba. Yo le debo todo a Ibiza, allí compuse mis versos más conocidos", reconoce el poeta.

Lo beatnik, lo hippie, o lo telúrico, mayoritariamente percibido como psicodelia, y, sobre todo, un muy vital antifranquismo fraguan en estos años pre y post ibicencos la obra del poeta.

Ejemplos de ello: "Se prohíbe el paso", "Pliego de Cargos"  y "Crónica"  son tres ejemplos de lo que Rei Nuñez denomina "poesía airada", poemas sociales substancialmente distintos del quehacer poético antifranquista del momento, que interpelan de forma singular y coral sobre dictadura franquista  y la sociedad en blanco y negro de la época.

Estos poemas encumbran al poeta a una popularidad inusitada en el tardofranquismo. Fueron parte emblemática durante sus recitales en los circulos universitarios y progresistas de la época aunque posteriormente dejó de recitarlos decantándose hacia una poesía más reflexiva.

Con Victor Lizárraga y Victoria Paniagua funda en 1972 la revista Tropos en la que se recoge una extensa entrevista titulada “Iniciación a la Ópera Omnima”. En ella el poeta explica: “Toda mi obra la concebí al dictado, oralmente”.

En la década de los setenta, el poeta recapitula y se afianza su perseverante proceso ascético, de ir quitando cosas, de ir a lo esencial. Desde 1973, pasa largas temporadas en o Courel con su amigo el poeta Uxío Novoneyra, el gran poeta oral de Galicia, al que había conocido en Madrid. El poeta de Parada do Courel le presenta a Mendez Ferrín y lo introduce en la cultura gallega. Actúa como cómplice y mentor, y con la inestimable ayuda Reimundo Patiño compilan su obra en 1974 impulsando su publicación en la vanguardista editora Tres Catorce Diecisiete.

El resultado será una monumental carpeta metálica con la que Oroza asombrará a los tertulianos del Gijón. Es titulada con uno de sus nombres inventados, “Eléncar”, acrónimo de Elena, su pareja, y Carlos. Uno de los muchos neologismos de Oroza.

Palabras crípticas que esconden su significado que jalonan toda la obra del poeta. «Lugares y materiales desconocidos, colores extraños, palabras perdidas [...] que nos empujan hacia un ritmo lejano, compartido», dice Blanca Novoneyra.  Ocultación que en el caso de Eléncar esconde de forma relativamente transparente el desdoblamiento en el otro nombrado y amado en el topónimo: «[ ...]cuando ella se convierte en mí / yo me convierto en ella / no es más que su costado / solidario después / pero íntimo y profundo en el momento».  Poesía que reclama el éxtasis del momento, como indica ese verso soberbio: «Ayer puse un pie en el aire y vi la ciudad iluminarse para arriba».

Retratado como personaje central de la bohemia madrileña de los años 60 por Francisco Umbral en “La noche que llegué al Café Gijón” (1977), Oroza era el diapasón en las reuniones del emblemático café del paseo de Recoletos. Cuenta Umbral que con su llegada al café se iniciaban las tertulias de la tarde y que no se concebía el café sin su presencia. Su legendaria y a veces díscola actitud, y su audacia en comportamientos y respuestas han llenado de anécdotas la prensa.

Al amparo de la editorial de Isaac Díaz Pardo y con la colaboración del inefable ilustrador Chichi Campos publica sus poemas en algo que por primera vez pudo ser llamado libro en 1980, “Cabalum”, iniciando una década que lo vinculará a Galicia de forma definitiva. En ella normaliza su situación con la cultura gallega y curiosamente lo hace con los autores más jóvenes.

Ramiro Fonte le dedica poemas y Oroza le traduce al castellano «As ciudades da nada» (1983), Manuel Forcadela convive con el Santiago y le dedica poemas (85-87) y el libro “O regreso das ninfa” (1985).

En la década de los noventa establece una estrecha amistad con Luis Rei Núñez, poeta, escritor y responsable de servicio de publicaciones de la Diputación de Pontevedra, que promueve una edición que se convertirá en una nueva recensión del poeta de Viveiro: “En el norte hay un mar más alto que el cielo” (2000), una de sus referencias impresas más compactas y antológicas. Al ritmo del mantra y de las imágenes que iluminan el lenguaje, Oroza recapitula de nuevo la obra que rumió siempre y postula en sus nuevos poemas la búsqueda de lo lejano en el mar, en el norte, o velada y metafóricamente en Galicia.

Rondando los 2000 establece una cordial relación con Xela Arias que lo acompaña por los institutos en recitales de pequeño formato. Se convierten en inseparables y es público el rumor de que la poeta traduce «Cabalum» al gallego, iniciativa truncada o leyenda urbana de la que poco sabe.

En eso años, en 2006, publica en París  “Un sentimiento ingrávido recorre el ambient”, una carpeta con un poema de y 5 litografías de Lamazares, prologadas por César Antonio Molina.

La singularidad vital de Carlos Oroza no solo se ciñe a las crónicas canallas de la bohemia madrileña de los 70 y 80. También brilla con luz propia en la ficción de la generación posterior reflejado en obras como la popular “A praia dos afogados” (2009), de Domingo Villar o antes en la cervantina novela O señor Lugrís e a negra sombra (2007) de Luís Rei Núñez, su editor en el 2000.

Con el paso del tiempo e instalado en una austera pero casi amable vejez, le llegó el momento recibir reconocimientos y cierto es que no tuvo pocos: Vigo, su ciudad de acogida, le otorga en 2008 el “Premio Laxeiro”, que recibe del ministro de Cultura, César Antonio Molina y el de “Vigués Distinguido 2013”. Actualmente, una calle situada en el centro de la ciudad lleva su nombre «Poeta Carlos Oroza», y a pocos metros junto con versos de otros y otras poetas se puede leer en el suelo del kilómetro 0 de Vigo:

"Oh eva
évame malú
évame Malú
Carlos Oroza"

Recibe también la Medalla de oro del Circulo de Bellas Artes de Madrid (2014) gracias, entre otros, al tesón de su amigo, el pintor Antón Patiño. A ello se sumaron ediciones primorosas (Editorial Elvira) o de coleccionista como el libro que contiene los versos originales de «América» y «Juventud» (2015) con traducción al japonés e imágenes pictóricas de Yurihitto Otsuki que promovió el crítico de arte Tomás Paredes.

A resaltar en esta última época la aportación cardinal de sus definitivos benefactores, Xabier Romero y la Editorial Elvira que, al amparo de una relación familiar y cómplice, publican nuevas versiones de sus vinilos y realizan la última compilación de su opera omnima, “Évame” (2012). Su presentación en Mondariz se convierte en un sentido homenaje al que acuden Ferrín y Gimferrer entre otros muchos.

Pocas nieblas hay del resto: fallece un 20 de noviembre de 2015 a la edad de 92 años.